Los gestos, las miradas, las caricias, los abrazos son esenciales en estas primeras edades para la formación de la personalidad del niño. De este modo nuestra autoestima se verá fortalecida.
Armando Quintero el autor de esta preciosa y tierna historia explica que su abuelo del corazón era un anciano, vecino de su casa de niño, al que él siempre sintió como de la familia. Este personaje le inculcó su pasión por la lectura y, en concreto, hacia estos animales cuando, un día, le explicó lo siguiente:
“Todos los animales tienen los sonidos para llamarse y decirse que se quieren, menos las jirafas. Son mudas. Madre e hija no tienen voz, pero cuentan con otro método efectivo y afectivo para comunicarse: las caricias. Y la pequeña jirafa decide compartir con los otros animales este modo de transmitir sentimientos y emociones.
“Todos los animales tienen los sonidos para llamarse y decirse que se quieren, menos las jirafas. Son mudas. Madre e hija no tienen voz, pero cuentan con otro método efectivo y afectivo para comunicarse: las caricias. Y la pequeña jirafa decide compartir con los otros animales este modo de transmitir sentimientos y emociones.
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